El buen viajero sabe que no hay viaje que no incluya la obligada vuelta por el mercado municipal pertinente. Los mercados son el corazón de la ciudad. Y Alicante tiene el privilegio de contar con uno de los más bonitos arquitectónicamente hablando, y además cargado de historia.
Pero hoy vamos a centrarnos en la renovación que está sufriendo por dentro. La crisis y la irrupción del mercado «on line» obliga a ponerse las pilas y parece que esto empieza a calar en el mercado central de Alicante. Desde hace un año se abren pequeñas cafeterías y bares en su interior (hasta uno que ofrece sushi) y esto puede dinamízar el sector.
El turista y el viajero gusta de probar el producto local, y un mercado ha de estar al día en estas tendencias. Poder comprar y degustar in situ es una experiéncia que muchos buscan.
Paseando hoy por allí hemos visto que empiezan también a renovarse en cuanto a la imagen. Ya vemos puestos dedicados a productos muy específicos y con una imagen diferente: uno de cafés, otro de aceites, otro de quesos y setas, otro de golosinas,etc.
Si buscas lichi o tamarindo chino, unas chips de bacalao, una hamburguesa de buey, un queso cheddar con cerveza negra, o unas hierbas de ajedrea para sazonar unas olivas, sabes que lo conseguirás en el Mercado Central. Especialización, calidad y servicio personal son sus bazas.
Una pena que en contra jueguen otras Su horario: debe ser de las pocas ciudades que no abre sus mercados por la tarde (los hay que abren hasta por la noche). Su nula presencia en las redes sociales, ni siquiera tiene una web en condiciones. Y en resumen, su falta de feedback con la propia ciudad y con el cliente más joven, que es el que ha de hacer el relevo generacional al cliente de toda la vida.